jueves, 2 de julio de 2009
LOS BRUJOS
Es difícil no sonreír al releer las aventuras imaginadas por Julio Verne. No se sabe si admirar más su sorprendente capacidad de anticipación respectos de futuros éxitos de la técnica, su siempre dispuesta erudición o la poco menos que infantil ingenuidad respecto de la capacidad que atribuye a la ciencia para conseguir la felicidad. Resulta evidente que la literatura de Verne refleja una creencia muy difundida en su época: el hombre es esencialmente bueno, las posibilidades de la razón y el método científico son ilimitadas y por lo tanto es inevitable ser optimistas respecto del futuro. Dos guerras mundiales e infinidad de guerras locales después, pudimos ver cómo la ciencia y la técnica eran también tremendamente eficaces para la destrucción, cómo pueblos enteros mueren de hambre al tiempo que se practica un consumismo alienante en otros, cómo se destruyen los recursos naturales y se extinguen especies animales por codicia o simplemente por estupidez. Por supuesto que no faltan pensadores que destacan que la técnica y la ciencia son sólo herramientas y que la moral, los principios y la ética del que maneja esa herramienta es fundamental. Para sorpresa de muchos, el flujo de las ideas siguió otro camino. Se prefirió repudiar la herramienta de la razón y, en lugar de dejar la “belle epoque” para entrar en la madurez, se prefirió volver a la edad media. La razón no sirve, viva la sinrazón. Todo lo que parece contrario a la razón tiene en principio ganado un lugar de prestigio en la consideración pública, tanto más cuanto más disparatado sea. Brujos y brujas malévolos y benévolos, horóscopos preferentemente de países exóticos, energía de distintos colores, pirámides, signos astrales de la galaxia que cuadre, milagros de todo tipo, tarot, borra de café, cábalas, martingalas, amuletos, fetiches, i-ching, sectas esotéricas, medicinas “alternativas”, iridología, quiromancia y sanadores varios. Todo vale, siempre que sea irracional y mágico. Felizmente, Saturno está en conjunción con Neptuno y en el primer decanato de Júpiter, por lo que es probable que haya aún esperanzas de mejorar.
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