sábado, 21 de febrero de 2009

SOBRE COMO DISCUTIR DE MALA FE Y GANAR SIEMPRE

Si Ud. participa de asambleas —de un partido político, sindicato, consorcio, cooperativa, etc.— o suele practicar el arte de la discusión en la oficina o de sobremesa, solo necesitará manejar con fluidez tres elementos que, combinados sabiamente, resultan poco menos que infalibles. Soy consciente de que la creatividad del lector sabrá enriquecer estas instrucciones con otros mil recursos, o con mil variantes de los mismos. También que en esto como en tantas otras cosas, la práctica constante es la mejor escuela. Aquí van los consejos.

1) Tener en claro los objetivos: Deberá tener siempre presente que Ud. no está buscando convencer al enemigo sino vencerlo y si es posible sacarlo de sus casillas, humillarlo, aniquilarlo. Tenga en cuenta que a Ud. no le interesa en absoluto el problema que se discute sino defenderse y atacar porque de cualquier manera que se lo mire esto no es otra cosa que una batalla más en una guerra interminable.

2) Patear la pelota afuera: Un perro rabioso mordió a un chico. Supongamos que el enemigo se enteró de la noticia e ingenuamente pretende proponer una solución para el futuro como por ejemplo hacer que se cumpla con la vacunación antirrábica, o la obligatoriedad del bozal, o la perrera. Lo que sea que tenga o que parezca tener alguna lógica y esté dirigido a evitar que algún otro perro muerda a algún otro chico. Se puede patear la pelota afuera de varias maneras. Con un gesto de fastidio, por ejemplo, Ud. puede alegar que la culpa no la tienen ni los perros ni los chicos ni el virus de la rabia sino la situación social. Es evidente que si la gente tuviera oportunidades de progreso social no buscaría consuelo con las mascotas, o que en caso de tenerlas las tendrían bien vacunadas porque amarían intensamente al prójimo. Ud. también —y esto puede ser un argumento lapidario— con un gesto de suficiencia y alzando el dedo índice derecho puede citar alguna frase evidentemente sagaz como "El que no cambia todo, no cambia nada".

3) Hacer de la cosa una cuestión personal: Ud. puede optar por estigmatizar al enemigo para lo cual siempre sobran argumentos: según al grupo al que pertenezca o se lo pueda asimilar, Ud. lo puede rotular como: Gatopardista, Desalmado, Racista, Fundamentalista, Elitista, Subversivo, Negro, Rengo, Gordito, Pelado, etc. Después de eso, verá cómo al enemigo se le congestiona la cara y con un temblor en la voz le devuelve el insulto. Ud. incorporándose en el asiento, deberá vociferar: ¡No le permito! o algo parecido simulando indignación. Va a ver como al otro se le van a quitar las ganas de vacunar a los perros.

Son innumerables los recursos disponibles si es que Ud. se trenza en una discusión de mala fe. Estos son sólo algunos. Así que a practicar, a tensar los músculos, a erizar la piel y a soltar la lengua que para eso está.

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