lunes, 23 de febrero de 2009

PROCER CHANTA

No sé cual fue el padre de la patria que dijo: “Las cosas hay que hacerlas, aunque sea mal, pero hacerlas”. No sé tampoco si es cierto que lo dijo o si esta desafortunada consigna le fue atribuida por malvados enemigos confabulados para desprestigiarlo. Pero estoy seguro que haya hecho lo que haya hecho (muchas escuelas, la bandera, el himno, el obelisco, la ley del voto secreto y obligatorio, cruzar los Andes o liquidar indios en la Patagonia) esa maldita frase echó a perder todos sus patrióticos sacrificios. Porque es difícil imaginar un mal consejo que haya sido seguido por toda una nación tan al pie de la letra y en forma tan entusiasta como ése.

Empecemos por advertir que las cosas que no fueron hechas no se ven (si lo piensan unos minutos se darán cuenta que esto es así) Es decir: no se notan ni se extrañan. Estados Unidos, por ejemplo, está, o mejor dicho es el primer mundo. ¿De acuerdo? Sin embargo no hicieron ninguna torre Eiffel y nadie se los echa en cara. Tampoco los suecos o los alemanes hicieron Disneylandia y no sienten por ello el menor remordimiento. Mirado desde otro ángulo, el hecho es que sólo se ve lo que se hizo. Y aquí, entre nosotros, y me refiero a nuestro país, se hicieron muchas cosas. Todas mal. No creo que valga la pena dar ejemplos. Cualquiera que haya intentado comprar figuritas, cumplir con un trámite, ir al banco, cruzar la calle, hacer leyes, cumplir leyes, gobernar o elegir gobiernos, lo que sea: todo está mal. Todo está torcido, trabado, oxidado, en falsa escuadra. Los cuchillos no cortan, los tenedores no pinchan, las cucharas tienen agujeros. Los ascensores se caen, los cisnes de las calesitas salen despedidos y las bolitas están cachuzas.

No creo que tengamos derecho a atribuir todo esto al prócer del consejo trucho. Es probable que el consejo haya caído en un terreno fértil, que nosotros, por vaya a saber que lamentable confluencia de factores, hayamos estado siempre ávidos de zambullirnos en la inoperancia y en la chantería. Incluso, hasta me animo a pensar ¿por qué no? que el mismo prohombre haya sido un chanta del subtipo heroico.

No hay comentarios: