Ya fueron publicadas las ocho “Historias de Juan Ordoñez” que aparecieron en el libro de ese título. Como expliqué anteriormente, algún tiempo después apareció la novela “Abbá”. En ella, los mismos personajes del primer libro continúan con sus vidas. Las primeras ocho “Historias…” quedaron entonces como una presentación de lo que siguió. Lo de hoy lo elegí en su oportunidad como prólogo de la novela. Es que esta historia constituye la “música de fondo” de toda la trama.
HISTORIA DE DOS HIJOS Y SU PADRE
Un hombre tenía dos hijos. El menor dijo a su padre: “Padre, dame la parte de la herencia que me corresponde”. Y el padre les repartió la herencia. A los pocos días el hijo menor reunió todo lo suyo, se fue a un país lejano y allí gastó toda su fortuna llevando una mala vida.
Cuando lo había gastado todo, sobrevino una gran hambre en aquella comarca y comenzó a padecer necesidad. Se fue a servir a casa de un hombre del país, que le mandó a sus tierras a cuidar cerdos. Gustosamente hubiera llenado su estómago con las algarrobas que comían los cerdos pero nadie se las daba. Entonces, reflexionando dijo: “¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan de sobra mientras que yo aquí me muero de hambre! Me pondré en camino, volveré a casa de mi padre y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros”. Se puso en camino y fue a casa de su padre.
Cuando aún estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió. Fue corriendo, se echó al cuello de su hijo y lo cubrió de besos. El hijo comenzó a decir: “Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no merezco llamarme hijo tuyo”. Pero el padre dijo a sus criados: “Traed enseguida el mejor vestido y ponédselo; ponedle también un anillo en la mano y sandalias en los pies. Tomad el ternero cebado, matadlo y celebremos un banquete de fiesta, porque este hijo mío había muerto y ha vuelto a la vida, se había perdido y ha sido encontrado”. Y se pusieron todos a festejarlo.
El hijo mayor estaba en el campo y, al volver y acercarse a la casa, oyó la música y los bailes. Llamó a uno de los criados y le preguntó qué significaba aquello. Y éste le contestó: “Ha vuelto tu hermano y tu padre ha matado al ternero cebado porque lo ha recobrado sano”. Él se enfadó y no quiso entrar y su padre salió y se puso a convencerlo. Él le contestó a su padre: “Hace ya muchos años que te sirvo sin desobedecer jamás tus órdenes y nunca me diste ni un cabrito para celebrar una fiesta con mis amigos. Pero llega este hijo tuyo, que se ha gastado tu patrimonio con prostitutas y tú le matas el ternero cebado”.
El padre le respondió: “Hijo, tú estás siempre conmigo y todo lo mío es tuyo. Pero tenemos que alegrarnos y hacer fiesta porque este hermano tuyo estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y ha sido encontrado”.
Evangelio de Lucas, capítulo 15, versículos 11 al 32
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