BENJAMIN
Buenos Aires, 10 de junio de 1980.
Querido Benjamín:
Ayer nos llegó tu carta con las fotos y los chismes del casamiento. Imaginate la alegría que nos dio a todos, y como nos gustaría que algún día ustedes puedan darse una vuelta por Buenos Aires. Así podríamos conocer a Milena. ¿Te das cuenta de que ya hace seis años que no nos vemos? Me alegro muchísimo de que estés bien y lleno de proyectos (aprendé a disfrutar la juventud y de las ganas de proyectar cosas).
Paso a responder tus preguntas. Mamá está bien de salud, considerando sus 75 años. Desde que volvió a vivir conmigo me vigila y me reta como cuando éramos chicos y no quiere que nadie se meta en la cocina, así que imaginate los problemas de celos que se plantean. Marta ya hace diez años que está de dueña de casa (ella dice que es el "ama de llaves") y desde que vino mamá se siente relegada al papel de mera sirvienta. Lo que me duele un poco es que es una rivalidad sin humor (vos conocés a mamá). Espero que Marta siga siendo tan comprensiva como hasta ahora; no busca un gesto mío de complicidad ni siquiera ante las evidentes arbitrariedades que a veces comete mamá.
Mi casa actual está en un lugar tranquilo, tiene un terreno bastante más grande de lo que parece al verla desde afuera y con árboles como para entretenerse. Mi última manía es buscar los nidos siguiendo el vuelo de sus dueños y constatar como crecen los pichones. Pero como son muchos los árboles y muchísimos los nidos —Ojo; esto te lo confieso a vos porque estás lejos y no me vas a delatar— tengo que anotar en un cuaderno el lugar de cada nido y las señas de cada uno de sus habitantes. Una especie de censo de pajaritos que hago desde un banco y aprovechando que de lejos veo bien. ¿Vos dirás que estoy loco, No? Pues bien: ¡acertaste! Aunque me consuelo pensando que hay gente que junta estampillas y se pasa las horas mirándolas con una lupa.
En esta Parroquia hay bastante movimiento. A mi me gustaría que haya mucho más, aunque a veces el tiempo no alcanza. Pero sobre todo me gustaría que nos demos cuenta que lo importante es SER y que el HACER viene solo. Es que cuanto más "pasado de moda" está el cristianismo, más se nota que es el único camino (¡Alto Ya estoy dando un sermón!).
Isabel también anda bien, aunque a mi me gustaría verla mejor. Vos sabés que fue ella la que más sufrió lo de papá. Cuando pasó todo aquello estaba en la peor edad para quedarse sin el padre. ¿Sabés? Ella lo adoraba a papá. Después se agregó el no poder tener hijos... Que se yo, la veo triste. Quizá sería bueno que le escribas alguna carta con muchos chismes, pero además de corazón a corazón, ¿me entendés? Si para hacerlo tenés que mencionar todo aquello, creo que convendría que lo hagas nomás; ignorar el hecho no lo borra, y además por carta se puede llorar libremente y creo que eso le haría bien. Eso, y comprobar que también te tiene a vos como hermano.
Me quedé un poco preocupado por algo que mencionaste al pasar cuando contabas de tu trabajo. Algo referido a "ganadores" y "perdedores". Y me preocupa porque como veo que esas categorías se usan mucho en USA, puede suceder que insensiblemente se te peguen, que empieces a pensar en esos términos. Tené cuidado, hermano, no te vuelvas despiadado. Que ellos sean como les convenga. Pero vos sos cristiano y estás, como Jesús, del lado de los pobres, de los perdedores. Vos sos de aquí, sos latinoamericano. Sos perdedor, y a mucha honra. Y vos sos hijo de nuestro querido padre, bueno y débil. Porque sólo puede ser realmente perdedor el que compite. El que quiso "ganar" y no pudo. Pero nosotros no queremos competir; y menos en un juego cuyas reglas inventaron otros. Nosotros queremos caminar juntos, queremos amar. Y nuestras reglas son aquellas, ¿te acordás? "Bienaventurados los pobres... los que lloran... los perseguidos por practicar la justicia..."
Chau hermanito. Un gran beso a tu mujer. Si tiene de buena la mitad de lo que tiene de linda, van a ser muy felices. Hasta pronto
Juan
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