martes, 19 de febrero de 2008

LOS MATICES

El domingo vi a un marciano. En realidad, no era de Marte. Me dijo el nombre de su planeta y no le entendí bien, pero como me pareció de mal gusto pedirle que lo repita, lo llamaré marciano. Traté de disimular mi sorpresa para que no se sintiera incómodo, lo hice pasar el living, y después de hablar de generalidades, le pregunté en qué podía servirlo (siempre me pareció que es fundamental la urbanidad para una buena convivencia) Como era previsible, estaba averiguando como éramos los terráqueos, cómo vivíamos, pensábamos, etc. Antes de llegar a Adrogué, había pasado por U.S.A. y traía algunos conceptos cuestionables, por decir lo menos. En realidad, estaba bastante confundido. Me preguntó: ¿Es cierto que los terráqueos más valiosos son los anglosajones, después los irlandeses, después los polacos e italianos y después de todo los hispanos y los negros? No, mi amigo —le dije— lo que pasa es que usted estuvo preguntando en un lugar donde hay mucho racismo. Pero, ¿Quién es más valioso? —insistió— ¿Por quién vale más la pena que el médico se preocupe? ¿El hijo deseado o el no deseado? ¿El primero o el décimo hijo? ¿El nieto del ministro o el hijo de la pavota? ¿El bienformado o el malformado? Y siguió durante un rato enumerando posibilidades. Mientras él hablaba, yo iba haciendo mentalmente mi elección hasta que, sin dejarme contestar preguntó ¿Y quién vale más? ¿Un décimo hijo deseado, pero prematuro y feo, hijo de un obrero de la construcción de raza caucásica o el primer hijo no deseado de un ministro africano lleno de oro? En ese momento mis ideas ya no eran nada claras por lo que, para terminar elegantemente el diálogo, le dije que para nosotros los médicos todo el mundo vale lo mismo, que nos esforzamos tanto por el rico como por el pobre, por el lindo como por el feo, por el rubio como por el negro, etc. a medida que hablaba me iba enfervorizando, por lo que creo que mi discurso sonaba bastante convincente. Hasta yo me lo creía. Cuando después de las formalidades de rigor el marciano se fue, supongo que a su OVNI, quedé contrariado, ya que nunca me gustó ser inexacto. Pero por otra parte ¿Cómo pretende este buen señor captar todos los matices de la realidad en un solo viaje? Evidentemente, la fama de inteligentes que tienen es inmerecida y los pobrecitos son como los chicos: capaces de comprender sólo las cosas claras y simples.

(de “Filosofía de Boliche”)

1 comentario:

Luciana dijo...

"Urbanidad", hace rato que no escuchaba esa palabra. Será que la palabra y su significado quedaron fuera de uso. No sé, hoy tuve un episodio que me obliga a preguntarmelo. Por otra parte relatos como este nos hacen sentir mejor y pensar que queda urbanidad y humanidad en las personas. Saludos y hasta pronto