Soy el hispano de USA, el palestino de Israel, el turco de Alemania, el judío de la historia. Soy el de la raza indebida en el país equivocado. Soy minoría, acreedor del desprecio y de la discriminación. Puedo aspirar a ser tenido en cuenta, nunca considerado, jamás querido. Para sobrevivir debo conservar mi lugar y servir a los amos. Pero sobre todo demostrar agradecimiento. Sin embargo reacciono con violencia. A pesar de llevar la marca en la frente, pretendo alguna dignidad. Soy el que sobra, el que molesta. Soy como vos.
Apenas nací, vi la decepción y el espanto en la cara de mi madre y el rechazo en la de mi padre. No soy brillante y no comprendo muchas de las cosas que se hablan. Soy desagradable y me lo hacen notar. Me evitan, me ignoran, algunos me toleran. No sé cuál es mi lugar, no sé hacer amigos. Aunque me gusta estar entre la gente, noto que estando yo ellos están incómodos, dejan de hablar entre sí y me tocan la cabeza. Me llaman pobrecito o discapacitado y consuelan a mi madre que se deja consolar. Cuando estoy solo, yo siento que soy alguien. Me gustaría ser otro, pero eso no se puede. Soy el que sobra, el que molesta, soy el que pudiste haber sido.
Ellos, los inmortales, saben que voy a morir. No inspiro la ternura de un recién nacido, ni tengo la gracia del niño, la belleza del adolescente, el empuje del joven ni la firmeza del adulto. Tengo demasiados años, lloro con facilidad y me quedan ya pocos amigos. Tengo una experiencia que ya no es útil y una sabiduría que nadie necesita. Aprendí, después de muchos golpes, a ser comprensivo con los alardes de los débiles, con las ingenuas tonterías de los fatuos. Ahora que comienzo a simpatizar con la raza humana, noto que estoy de más. Soy el que sobra, el que molesta, soy el que serás.
(de “Filosofía de Boliche”)
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