sábado, 17 de agosto de 2013

CANDIDATO ¿DE QUIÉN?

La candidatura a diputado de Sergio Massa la propuso el Padrino¬¬¬–esto es sabido– con algún apuro. Su aparente buena gestión en la intendencia de Tigre lo instaló como elegible por la oposición, al mismo tiempo que su condición de ex integrante del gobierno tenía un doble efecto: su presentación como una versión “no crispada” del Kirchnerismo (y de este modo apropiarse de sus medidas exitosas y de votantes de Cristina) pero al mismo tiempo como un político poco confiable para el antikirchnerismo. “Massismo es más de lo mismo” propalaba De Narváez. Esta escurridiza condición de Massa no le permitiría, según los asesores de campaña que le pusieron sus jefes, captar votos de todos lados. Había que conseguir el apoyo de la oposición rabiosa, clarinera y lanatoide. Pero es claro, un aspecto anulaba al otro. O se estaba con el “modelo” o se estaba en contra. En los últimos días, seguramente guiado por las encuestas, el jefe Magneto optó por acentuar la cara opositora de su pingo. Ahora bien ¿qué es lo que realmente piensa Massa? ¿para dónde apuntaría su eventual gestión legislativa? Gracias a sus presentaciones públicas nos enteramos de que se trata de un buen muchacho de barrio, con buena onda y a quien todos querrían tener como vecino. Pero convengamos que eso no es mucho como para decidir un voto. Más bien huele a puro marketing. Felizmente, hubo una oportunidad en que el candidato se pudo explayar con tiempo suficiente. Eso ocurrió en una exposición ante el Consejo Interamericano de Comercio y Producción (CICYP) Con más sinceridad que Menem cuando habló del “salariazo” y la “revolución productiva”, el candidato Massa propuso como su plan de gobierno —evidentemente aspira a la presidencia para el 2015— todo lo que el riojano terminó haciendo: “seguridad jurídica para las empresas privadas”, “desideologisación” (neologismo que significa cambiar una ideología por otra) desregulación, reformulación de alianzas internacionales (para el que quiera entender: patearla a Venezuela, boicotear al Mercosur, a la Unasur, a la Celac y volver a los lazos carnales de Di Tella, tal vez bases militares si le place al pentágono, echarla a Juana Azurduy y reponer a Colón y a la colonia) generar confianza para atraer inversiones, es decir dejarlas que se lleven todas sus utilidades al exterior como hicieron tradicionalmente (leer “Las venas abiertas de América Latina” de Eduardo Galeano), superación de fricciones con “el campo” (¿será suprimir las retenciones, desfinanciar al Estado, salvar de la indigencia a la Sociedad Rural?) mejorar la competitividad industrial “tocando el tipo de cambio” (¿no será devaluar, o sea provocar inflación?) mirar al futuro y no al pasado (¿estará pensando en amnistiar a los criminales de lesa humanidad?) Volver a las AFJP, ajustar salarios y gasto público (o sea ¿mandarse la “Gran Lopez Murphy” y chau a los subsidios, de modo de que los negros sepan cuanto cuesta en realidad la luz, el gas, el agua y el transporte, de la Asignación Universal por Hijo si te he visto no me acuerdo?) etc. Es decir, consenso de Washington y neoliberalismo (que ya no es tan nuevo entre nosotros) derecha descarnada, privatizaciones, desocupación, FMI, patria financiera, viajes a Miami para comprar boludeces, y después, como gran final de ciclo, terminar con Patacones, Lecops, y asaltos masivos a supermercados. Claro, se me puede acusar de estar mirando al pasado (todos los que tienen “un pasado” dicen que no hay que mirar para ese lado) lo que pasa es que, en realidad, estoy temiendo por el futuro.

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