miércoles, 6 de marzo de 2013
EL TIEMPO
Lo que sigue lo mandé a la página web del ECLAMC (un estudio sobre malformaciones congénitas del que participé un montón de años, creo que fueron 34) con motivo de mi retiro del mismo a raíz de mi jubilación. Es una divagación seudofilosófica a las que soy muy afecto.
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Se hablaba de los S.I.A.T. (1) y cuando fue su turno, Ieda (2) dijo algo que me despertó. Era algo así como que “Lo más importante de los S.I.A.T., lo que la gente más aprecia, es que en el S.I.A.T. encuentran quienes se preocupan por ellos y su problema, que les dedican tiempo”. Inmediatamente, volví a dormirme, ya que ese pensamiento merecía ser masticado, meditado en profundidad. Es que con el tiempo uno se vuelve sentencioso y además, las “pequeñas células grises” del inspector Hércules Poirot (haga clic en Christie, Agatha (1891-1976) adoptan extrañas conductas. Una de ellas es dejar de funcionar en forma inopinada. No conseguí durante ese sueño dar forma visible al tiempo. Sucede que una vez que consigo corporizar un concepto abstracto, me resulta fácil prever su temperamento y sus conductas. Solo pude imaginarlo como montañas de almanaques, de relojes de péndulo o de arena. Pero esas imágenes no me parecían adecuadas. Es que mi tiempo no es algo ajeno a mí mismo, porque yo “soy-en-el-tiempo” de modo que el operador del S.I.A.T. sea probablemente más generoso de lo que él mismo se propone. Aprovechando que mi tiempo en el ECLAMC está cumplido, liberado ya de las obligaciones que con el tiempo se han ido agregando a sus sufridos participantes (que la extracción de ADN, que el molECLAMC,(3) que el cyber-no-sé-cuánto, etc. etc.) disfrutando ya del privilegio de darme tiempo, de perder el tiempo y de retirarme a tiempo, es que puedo navegar a la deriva sobre la idea del tiempo. Y no para cultivar la nostalgia sino para disfrutar, tal vez con algún atraso, del tiempo vivido y del tiempo por vivir. Y también para reflexionar sobre dos temas. El primero es que debo reconocer que cada uno tiene sus tiempos. Me aseguró Horacio Aiello (4) que la enredadera crece imperceptiblemente hasta que, con el tiempo, consigue ahogar al árbol. Y, aunque me quedé un montón de tiempo mirando fijamente una hiedra sin encontrar ningún cambio, yo le creo. El segundo, es que hay un tiempo para cada cosa: “Su tiempo el llorar y su tiempo el reír; su tiempo el lamentarse y su tiempo el danzar.... Su tiempo el buscar y su tiempo el perder; su tiempo el guardar y su tiempo el tirar...” como dice el Eclesiastés.
Pero creo que ya es tiempo de dejarse de joder. Disfruté mucho del tiempo que pasamos juntos, y voy a disfrutar mucho más del tiempo que nos queda por delante.
1) SIAT: era un servicio telefónico destinado a informar a embarazadas sobre la posibilidad de que el niño presente malformaciones causadas por algún evento sucedido durante el embarazo.
2) IEDA: Una del grupo, sólo que sabía mucho más que la mayoría.
3) MolECLAMC: Uno de los varios programas que complementaban el estudio.
4) Aiello: Dr. y capaz que ya Profesor, sesudo, observador y también dado a delirios de distinto tipo.
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