Hace unos días prometí que en algún momento daría las razones por las cuales estoy en contra de la legalización del aborto. Antes que se me tiren a la yugular, aclaro que estar en contra de una ley no quiere decir que uno emita juicio acerca de persona alguna. Que nadie se sienta juzgado o cuestionado. Si hiciera falta, puedo jurar que esa no es de ninguna manera mi intención. Pero esto no quiere decir que no pueda tener una opinión sobre un procedimiento, en este caso, la interrupción provocada del embarazo.
La principal falla que le encuentro a las razones que se dan para dicha legalización, es que se tiene en cuenta solamente el lamentable saldo de mujeres que fallecen por un aborto efectuado por manos inexpertas. Las víctimas, como se señala, son las mujeres más pobres, que no pueden costearse un aborto que, aunque ilegal, es efectuado en las que pueden costeárselo por médicos capacitados. Entiendo que eso es absolutamente cierto y que es un argumento de peso, que merece ser tenido en cuenta.
Se dice por otra parte que la mujer es dueña de su cuerpo, y que no hay legislación que pueda cambiar esto. Y esto nos lleva al centro del problema ético. ¿Es cierto que el embrión o el feto son “parte del cuerpo” de la madre? Si se aceptara esta premisa, el tema del aborto dejaría de ser relevante. Ni siquiera haría falta que se lo “legalice” ni se lo “autorice”, como no hace falta autorizar la extirpación de una verruga. No haría falta ni siquiera que se lo mencione en el código penal.
El hecho de que el tema despierte polémicas no se debe tanto a la oposición de “La jerarquía conservadora de la Iglesia Católica” sino a que los mismos partidarios de la legalización del aborto no están del todo convencidos de que el embrión sea sólo “una parte del cuerpo” de la gestante.
Se dice que recién al aparecer ondas cerebrales se puede considerar al feto como un “ser humano”. ¿Cuál es la razón que fundamenta esto? Con las técnicas actuales éstas pueden registrarse a partir de determinado momento. Pero es seguro que en el futuro se podrán encontrar en el embrión algunos signos que las preceden. Es que el desarrollo y maduración del embrión desde el estadio de ovocito fecundado hasta después incluso del nacimiento, es un proceso continuo de permanente modificación y crecimiento. Es tan arbitrario tomar como momento de inicio de la vida la aparición de ondas cerebrales como la de latidos cardíacos o de cualquier otro evento que pueda ser percibido desde el exterior. Si lo meramente morfológico es importante, hay que decir que a las seis semanas de la concepción en el embrión ya se distinguen los esbozos de ojos, orejas, cavidad bucal, miembros superiores e inferiores, dedos, etc. (1)
Es por todo esto que creo que, si nos queremos ocupar del problema, las medidas adecuadas para ayudar a las gestantes de un embarazo no deseado, pasan por mejorar en mucho las leyes de adopción, apoyar con el debido respeto y afecto a las que deseen conservar consigo a su hijo, incluso buscar el modo de que el padre colabore económicamente con su manutención. Además, por supuesto, con programas adecuados de educación sexual de los adolescentes que hagan hincapié en un valor que está entrando en desuso: el sentido de RESPONSABILIDAD.
(1) T. W. Sadler, Langman (9ª Edición, septiembre de 2004). Embriología Médica con orientación clínica. Editorial Médica Panamericana, Madrid..
viernes, 11 de noviembre de 2011
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