lunes, 10 de marzo de 2008

POR QUÉ HACEMOS CAMPAMENTOS

Este fue un manifiesto escrito con motivo de la presentación del libro "En Carpa". Puede que alguien esté tentado a interpretar que esta actividad no es más que una forma de "vacaciones baratas". Es cierto que en algunos casos no es más que eso. Pero los campamentos que me tocó vivir me fueron mostrando algo que es bastante más importante. Corriendo el riesgo de sonar grandilocuente me atreví en aquella oportunidad a redactar lo que sigue. Tal vez pueda servir para aclarar en algo la cosa.

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Estamos en un tiempo en el cual se nos quiere exigir que participemos en un juego cuyas reglas inventaron otros. Que además es un juego en el que sólo importa ganar. Se nos fuerza a competir entre nosotros, con la promesa de que el ganador será en el futuro el más devoto esclavo de esas mismas reglas, y que ellas serán las que lo mantendrán en una situación de poder. Podrá mirar a los demás desde arriba, solitario y triunfador. Al mismo tiempo, las reglas de ese juego sólo sirven para proteger al fuerte, que es el único con derecho a sobrevivir. Este juego ni siquiera promete alguna felicidad. Se entiende que ésta, la felicidad, es una ilusión de los simples y de los débiles. La felicidad no existe, lo único real es la muerte, y mientras tanto, el poder.

Contra estas reglas de juego siempre se rebelaron los jóvenes. Aun hoy, cuando —de atenerse a lo que se nos quiere hacer creer— la juventud habría superado toda quimera idealista y se encontraría muy cómoda en un mundo sin alma mirando con indiferencia el abismo de la nada; aun hoy en que se nos dice que murieron las utopías, que se terminaron las ilusiones, que estamos al fin de la historia; aun hoy, son miles y miles los que prefieren el amor a la muerte, la solidaridad a la competencia, el compartir y el sentir con el otro y el vivir la paz inefable de la unión con el hermano, con la naturaleza y con Dios.

Y no son sólo los jóvenes los que entienden la vida de esa manera. Somos muchos los que comprendemos que aquello que se nos ofrece no puede ser la única opción. Los que entendemos que los pobres ilusos son en definitiva ellos, que desperdician lamentablemente su tiempo en una lucha árida y estéril. Una lucha que no les promete nada.

Toda esa escala de valores presuntuosa y sin esperanzas es cuestionada, es destruida en el campamento. Sin necesidad de elaboraciones complicadas, sin esfuerzo, con naturalidad, se vive y se goza de otra manera. Se disfruta la comunidad. Si se llega con sacrificios a algún refugio o a algún pico de montaña, el principal premio será el llegar todos juntos; y además, alegres por estarlo. El que pasó por la escuela del campamento y entendió su mensaje, es muy probable que el resto del año intente jugar con otras reglas. Estará más cerca de la solidaridad y de la fraternidad y es muy probable que termine mirando con pena a los supuestos triunfadores. Y que hasta quizá intente hacerles comprender que la vida es hermosa y digna de vivirse.
(de “En Carpa”)

1 comentario:

Luciana dijo...

¡Ay Leo!, no sabés lo bien que me hizo tu post hoy.