Escúcheme colega: Ud. acaba de recibir su título y ya se cree que tocó el cielo con las manos. Pero no es así, mi amigo. A Ud. le falta aún lo más importante, algo que lo distinguirá de los demás, la principal carta de presentación ante potenciales pacientes, la que moldeará su personalidad y su futuro, la dueña de su actividad pública: SU IMAGEN. A Yd. la falta imagen y sin eso no va a ningún lado, créame. Y no piense que dispone de mucho tiempo para perder. Ya mismo tiene que empezar los ensayos para no sufrir un incómodo traspié en cualquier momento. Lo primero a decidir es su especialidad, ya que cada una de ellas maneja sus propios códigos. A modo de servicio esta revista que para algo es de, para, por y entre médicos, le señalará sin cargo una serie de pautas que le recomendamos obedecer ciegamente para incursionar con éxito en cada una de las especialidades que mencionaremos a continuación.
PEDIATRÍA: Noble especialidad si las hay. Para tener imagen de pediatra Ud. deberá ser joven (o por lo menos jovial) deportista, sonriente, y del gusto de las mamás primerizas, que son las que más consumen pediatría y que también tienen derecho a ratonearse como cualquiera. No se recomienda la barba: no suele ser del gusto de los chicos, y de todas maneras, si estos llegan a tomar confianza es probable que esté siempre pegoteada de caramelo y acechada por molestas e insistentes moscas. Si Ud. hace una residencia en pediatría, deberá ser mujer, aprender a moverse sin que se le caiga el estetoscopio que llevará colgado a modo de bufanda, tener una calculadora en su mano izquierda, y cara de cansada pero tolerante. Llamará a todo el mundo “mamá” o “mamita” o “papá” según convenga con lo cual evitará tener que acordarse del nombre del interlocutor. (“Papito” conviene reservarlo para otras situaciones)
GINECOLOGÍA: Si a Ud. le gusta trabajar donde otros se divierten (chiste viejo pero inevitable y aún eficaz) deberá cuidar su presencia al extremo, sin descuidar ningún detalle. Estará siempre bien peinado y afeitado aunque se tolera una barba corta y prolija. Las manos serán atendidas por una manicura experta y no hay objeción si sus modos son algo amanerados. Recuerde que la mujer confía en ginecólogo y en peluquero más que en padre o marido. Prohibido. darse vuelta en la vereda para mirar una retaguardia femenina.
PSIQUIATRÍA: Aquí la barba es casi obligatoria, no tan corta como un ginecólogo ni tan larga como Papá Noel. Pensándolo bien, sigue vigente la onda Freud. Sus ojos conviene que sean claros y penetrantes y tiene que dar siempre la impresión que está escuchando más de lo que le dicen. Si el interlocutor hace un alto en el monólogo por cualquier motivo, deberá aprovechar para preguntarle. ¿Y Ud. que siente al respecto? Vedadísimo: dormirse mientras el paciente le cuenta la infancia.
CIRUGIA PLASTICA: Aquí se admiten algunas excentricidades. Conviene el pelo entrecano y muy bien cuidado con look Jet Set. Deberá practicar polo, esquí o yachting, usar el sobretodo sobre los hombros a modo de capa y opcionalmente podrá usar varios anillos siempre que no sean muy ostentosos. Es obligatorio tener una secretaria vistosísima. Contraindicado en forma absoluta: tener a la mamá como secretaria o flores de plástico en el escritorio y ser hincha de Dock Sud.
Para el final hemos dejado algunos conceptos que le servirán para forjarse la imagen más ambicionada, la que sólo está al alcance de unos pocos elegidos: la de CIENTIFICO-FILANTROPO-CONSULTOR-HONORIS-CAUSA: Deberá tener alrededor de 60 años, una fundación con su nombre, usar siempre corbata y un guardapolvo bien almidonado. Cuando se muestre en televisión —la gente debe verlo únicamente por ese medio— Ud. procurará que a sus espaldas haya siempre una biblioteca llena de libros gordos en inglés, alemán o sueco, tratando que no quede visible el lomo de El Tesoro de la Juventud. En cada ocasión que lo dejen, aproveche para hablar de “Mi Maestro”. Para esto deberá aprenderse de memoria el nombre de algún Premio Nobel ya fallecido para que no pueda buchonear. Convendría que, mientras espera llegar a la edad indicada, vaya adquiriendo una forma de hablar apaisanada y sentenciosa, apta para dar consejos a los jóvenes. Prohibido: a Ud. le estará prohibido casi todo, pero ése es el precio que hay que pagar nada menos que para llegar al bronce. Y eso, que va a provocar la envidia y el odio feroz hasta del más exitoso y próspero de sus colegas, bien vale la pena.
(de “Filosofía de Boliche”)
miércoles, 5 de marzo de 2008
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