Pasaron las fiestas. Terminaron los cuentos de Navidad. Comienza un nuevo año y me parece que es una buena oportunidad para plantear una duda que me carcome. Aquí va:
--------------------------------------------------------------
Un día necesité tierra para unas macetas. Eso fue lo fue inició todo. ¿Por qué no poner tierra fértil en lugar de la clásica, abundante y barata “tierra”? Más aún: ¿Por qué no crear mi propia “tierra fértil”? Google mediante me fabriqué un depósito para tierra y restos vegetales con un tambor de lubricantes de 200 litros, sin fondo, soldado a una especie de parrilla que hacía de base y provisto de una tapa con manijas. Allí tiré tierra común, un montón de barro con lombrices californianas dentro que me donó un amigo y las cáscaras de banana, restos de lechuga, y todos los etcéteras siempre disponibles en una casa. Después, todo se limitó a esperar y a seguir tirando restos vegetales en el tambor. Pasados varios meses comenzó, insidiosa, a instalarse la duda: ¿Estoy seguro de que en el montón de barro provisto por mi amigo había lombrices? Porque verlas, no las vi. Me pareció de mal gusto desconfiar de una donación, así que hice un acto de fe y procedí como si unas cuantas lombrices yanquis provistas de abundante comida comenzaban, felices, a fabricar tierra fértil y a multiplicarse en forma geométrica dentro del tacho. De esto hace ya dos años. Sigo tirando cáscaras de banana, manzana y restos de apio en el tacho sin haber visto nunca una lombriz. Y mi fe comienza a flaquear.
Algo parecido a esto me está pasando con este Blog. ¿Captás la metáfora? A riesgo de que digan: ¡“Mirá éste como sangra por la herida…”! me pregunto ¿Hay lombrices? Viviré con la duda mientras sigo tirando mis desperdicios literarios en este tacho. Si me constara que dentro hay aunque sea una sola lombriz, un triste y melancólico nematode, lo haría con mucho más placer, te lo juro.
miércoles, 2 de enero de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario