viernes, 26 de marzo de 2010

CRITERIOS

El cúmulo de información nos quiere aplastar. No hay que permitirlo. Es cierto: hace falta algo de entrenamiento. Pero las cosas complicadas pueden aclararse bastante mediante algún tipo de análisis, jerarquizando argumentos, dando prioridad a lo prioritario, descartando la frivolidad, la hojarasca y lo anecdótico, es decir esquivando las trampas que los informadores de mala fe nos quieren tender. No es imposible. No son solamente las sensaciones las que nos pueden orientar. Queremos creer que hemos alcanzado un grado mayor de discernimiento que los niños. Tampoco queremos conducirnos como marionetas, y menos si el que nos maneja es un desconocido. Lo que propongo, si se quiere sólo como un ejemplo, es un método para elaborar un juicio razonable y así elegir con inteligencia un gobierno, es decir optar por una u otra política.

Siempre es posible comparar las personas o sus actos con “Lo que deberían ser o hacer”. Estos juicios siempre son valiosos y fundamentales para buscar corregir lo que estimamos debe corregirse. A estas consideraciones éticas tendemos con frecuencia. El hecho de que nos cueste menos ver la “paja en el ojo ajeno que la viga en el propio” no les quita importancia. Son varias las instituciones que entienden que su función es el de evaluar conductas ajenas e innumerables los editorialistas que fundan sus análisis en estos temas.

Otro de los criterios que deben guiar la evaluación a la que deben ser sometidos los que, siendo gobierno aspiran a continuar siéndolo, es una simple comparación entre el estado del país cuando ellos tomaron el comando de la cosa y el estado actual. Si se mejoró, punto a favor. Si se empeoró, en contra. Al hacer esto convendrá guiarse más por lo que se ve, que por lo que le cuentan los diarios. No son pocos los que opinan que la prensa defiende algunos intereses que no son los de los ciudadanos de a pie. Esta es una consideración no tanto ética como la anterior sino netamente política. Y por lo tanto, las instituciones aludidas en el párrafo anterior deberían abstenerse de opinar como corporación.

Por último. Si quiero cambiar el gobierno actual debo mirar quienes son sus competidores. Para hacerlo —y esto es una sólo una opinión— convendrá no tanto escuchar lo que dicen o escriben en sus plataformas (ya se sabe que estas suelen ser un catálogo de aspiraciones que tiene la sociedad y no necesariamente los partidos que las presentan) sino cual fue su conducta cuando tuvieron oportunidad de gobernar. Y no se me diga que no hay que mirar el pasado sino trabajar para el futuro, porque en ese caso ya no entiendo nada. ¿Cómo puedo juzgar a un candidato si no es por su conducta pasada? ¿Por la conducta futura que promete? Esto me parece algo peligroso. Me olvidaba. Estas comparaciones entre candidatos suponen también consideraciones políticas, por lo que también deberán abstenerse de opinar aquellas instituciones.

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