Es común entre la gente de opinión elogiar la máxima que recomienda “vivir el momento”. Los que adoptan esta saludable costumbre es muy posible que consigan una vida liberada de excesivas tensiones y hasta que alcancen altos grados de virtud. Pero sospecho que se corre el riesgo de caer en el error de entender que “vivir el momento” es incompatible con un mínimo de espíritu previsor. Queremos ignorar lo que afirmó enfáticamente en uno de sus días inspirados Don Perogrullo: “El día de mañana no existe, pero existirá”. Sólo que en ese preciso momento, cuando llegue el día de mañana, le cambiaremos el nombre por el de “Hoy”. Creo que no es demasiado complicado de entender; sin embargo, muchas veces caemos en esa infantil trampa dialéctica.
Hace un tiempo, a raíz de la huelga de los jugadores de fútbol, escuché de boca de un dirigente de un club muy importante, una expresión que no hubiera pasado más que como una de las tantas barbaridades que se dicen impunemente por radio, si no fuera porque este buen señor la profirió con el orgullo sobrador de los esclarecidos. La cosa fue así: los clubes de fútbol habían contraído una importante deuda con la AFA para poder pagar parte de lo adeudado a sus jugadores. El periodista que entrevistaba a este dirigente le hizo la pregunta obligada, inevitable, de cajón; la que quedó picando en el área (aprovecho el tema que estamos usando como ejemplo para aplicar esta vieja y vívida metáfora) Palabras más, palabras menos, el periodista le preguntó: “Y dígame, señor: ¿De dónde van a sacar el dinero cuando les llegue el momento de pagar?” A lo que el destacado dirigente, acostumbrado a manejar cientos de millones de dólares ajenos respondió: “Mire, m’ hijo. Yo soy dirigente de fútbol desde antes que Ud. naciera... Y estoy acostumbrado a plantearme los problemas a medida que se presentan. Cuando llegue ese momento, ya se verá...”
Esa respuesta indica: 1) o bien que el tal dirigente entiende que no mirar más allá de sus narices es una actitud virtuosa, digna de ser imitada por las jóvenes generaciones, ó 2) que la idea de pagar algún día el préstamo no le rozó siquiera la mollera. Para este insigne dirigente, la mejor forma de solucionar los problemas es patearlos para adelante, sacar la pelota del área y empezar de nuevo. El hombre estaba convencido de que eso es “vivir el momento”.
Lamentablemente, gente que gasta ese tipo de argumentos prolifera y se reproduce luciendo una asombrosa fecundidad y superpoblando los niveles dirigenciales de la especie humana. Así es como nos está tapando la basura, seguimos talando las pocas zonas selváticas que quedan, hacemos desaparecer especies animales a un ritmo demencial, contraemos deudas impagables... Y así es como nos vamos quedando sin agua, sin aire, sin vergüenza y sin dignidad. El “Titanic” se hunde y nosotros seguimos en sus elegantes salones bailando valses de Strauss. Además, con la liviandad del inimputable, nos permitimos dictar cátedra ufanándonos de que “sabemos vivir el momento”.
Hace unos cuantos siglos, el faraón de Egipto sacó de la cárcel a un hebreo llamado José y le pidió que interprete un sueño. Cuando José explicó que el sueño del faraón: siete vacas gordas, lustrosas y de hermoso aspecto que eran comidas por otras siete vacas flacas, macilentas y de mala catadura anunciaba siete años de prosperidad seguidos por siete años de sequía y escasez, la medida de gobierno adoptada consistió en almacenar grano durante la época de abundancia para tener algo que comer en la época de escasez. Algo bastante elemental. Tal vez previsible en esas mentalidades lineales y primitivas. Hoy día, sofisticados como somos, aprovechamos los años de vacas gordas para endeudarnos (ya que tenemos crédito) y así, al llegar las vacas flacas, quedar de rodillas (imagen usada por el ex - ministro Dromi) ante los acreedores, quienes sordos a nuestras conmovedoras protestas se van llevando todo lo que tenemos. Mejor dicho: que ya se llevaron todo lo que teníamos. Pero eso sí. Nosotros la tenemos clara. Sabemos “vivir el momento” porque “el mañana no existe”.
(de "Filosofía de Boliche")
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